No estamos demeritando aquí ni las tradiciones ni la gastronomía de ningún país. Las tradiciones tienen su propio significado y trascendencia y la cocina es un arte. Pero el lugar que ocupan los alimentos en la fiesta del Día de Muertos merece análisis:
La idea central de esta celebración es recordar a aquellos seres queridos que ya se han ido —que «se nos adelantaron», como se dice coloquialmente—; para ello, recurrimos a colocar un altar, adornado con flores, aromado con copal, coronado con veladoras y fotografías. Más aún, les ofrecemos a estos seres amados la comida y la bebida que nos recuerda a ellos y la fruta de la temporada, fugaz como su visita.
El tequila del tío Juan, los cigarros del primo Jorge, el café con leche de la abuela, la paleta de caramelo enchilado de la pequeña María; el plato de mole para la tía Catalina. El pan favorito de mamá.
La estrella de la comida en el altar es, cómo no, la hojaldra, el llamado Pan de Muerto con su singular corona, que simboliza los huesos, lo terrenal, de aquellos que se han adelantado. Un recordatorio comestible de nuestra propia finitud.
Todavía más aún: colocamos pequeñas calaveras de azúcar (de alfeñique) con los nombres de las personas a quienes se dedica el altar. Un recordatorio que además de comestible es lúdico; por sus colores, por su sabor, por los ornatos que la cubren, uno podría dársela a los niños para jugar (y de hecho lo hacemos). Algunos, quizá, podrían considerarlo una mala broma, otros dirían que simplemente es aceptar de forma cómica el estado de las cosas —y desde este pequeño espacio, defendemos esta segunda postura—.Viene la fruta: las mandarinas de que ya hemos hablado, las naranjas y las cañas, las manzanas. Los regalos que la tierra nos ofrece, su abundancia y su fertilidad, símbolos de la vida que se renueva con cada estación de lluvia.
Quién sabe por qué ofrendamos comida terrenal a los muertos. Acaso no podemos imaginarnos la vida, ni siquiera la vida ultraterrena, sin un buen plato de mole.


No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y usted qué opina?