domingo, 11 de septiembre de 2022

La palabra «esnob».

Pocas palabras me producen tanto conflicto como la que analizaremos hoy: «esnob» (con 'e' al principio porque así lo hacemos en español). Y es un término que me produce conflicto porque es un anglicismo y su sonoridad no me gusta, es apagada, similar al gorgoreo de una tubería recién destapada; y aunque su origen es incierto, la mayoría de las versiones coinciden en su corte despectivo. Sin embargo, creo que se trata de una palabra muy pertinente y que describe con fidelidad muchas conductas del mundo moderno.

Pero volvamos al principio:

La historia más célebre sobre el origen del término «esnob» nos remonta a la Inglaterra victoriana. En aquel entonces, debido a los grandes avances de la II Revolución Industrial, muchas familias de pequeños burgueses —fabricantes y manufactureros— comenzaron a formar auténticas fortunas debido a la automatización y a la producción en masa. Muchas de estas familias de nuevos ricos (como se los sigue llamando hasta hoy) adoptaron el estilo de vida, la forma de vestir y las costumbres de los únicos modelos de vida holgada y contemplativa que conocían: la decadente aristocracia del siglo XIX; que durante ya mucho tiempo había cultivado una de serie rituales, costumbres, modales, maneras y normas de etiqueta; y que indiscutiblemente se consideraba una casta superior.

Así pues, los burgueses devenidos en empresarios resultaban incómodos e insolentes para las familias de abolengo más rancio. Se les consideraba cínicos impostores, que pretendían ser lo que no eran. La tensión entre ambos grupos culminó con la aplicación de una medida muy poco elegante: en las mansiones recién compradas de estos nuevos ricos se colocaron placas con una abreviatura inscrita: «s. nob.», sine nobilitate, que significa «sin nobleza»; esto es, que dicha casa pertenecía a personas que, aún teniendo mucho dinero, no eran aristócratas. El uso común sustantivó la expresión y la palabra «snob» hizo su aparición en la lengua inglesa. (Esta, sin embargo, es sólo una de las muchas versiones que existen sobre el origen del término, una que el Oxford Dictionary se empeña en desacreditar).

〈En nuestro idioma, por otro lado, existe una historia similar pero en torno a la palabra «haiga»; aunque sus matices políticos son menos sutiles y más interesantes〉.

Puede pensarse que esto significa que el origen de dicha palabra es clasista y despectivo, producto de un sistema social y político (la monarquía) añejo y deficiente;   y es cierto.

Sucede, sin embargo, que la palabra evolucionó para significar algo mucho más inmediato: aquel(la) que pretender ser quien no es para relacionarse con personas que se consideran de mayor estatus social [económico, intelectual, político, &cétera]. Ya hemos hablado de cómo conocer la historia de las palabras nos permite profundizar en la historia y cosmovisión de nuestras sociedades, la forma en que cambian y se adaptan; pero el viejo significado de una palabra no nos dice nada sobre su significado actual ni puede influir en nuestro juicio —porque, recordemos, que el inconsciente colectivo no existe—.

Gastar un año de sueldo en un auto (o vestido, botella de vino, computadora, videojuego o restaurante) puede considerarse un acto esnob, lo mismo que presumir la ascendencia de uno o sus títulos académicos y polimatía —todos tuvimos ese maestro—; al igual que hablar de Tarkovsky en la primera cita y hablar de qué tan caro es el licor que compramos en un desayuno con los amigos. Por supuesto, es esnob despreciar a quienes no leen a los clásicos ni disfrutan de Saint–Säens, y mirar con desdeño a los que no conocen a Nietzsche o demeritar el intelecto de los que pasan el tiempo en Netflix; y por supuesto que es propio de un esnob defender la obra de Warhol y de Mondrian. Además, el epítome del esnobismo moderno sigue siendo la imitación, el disfraz, la pretensión y la defensa de los títulos nobiliarios y sus portadores (especialmente en países en los que tales cosas ya no existen).

Dije que no me gusta esta palabra y ya he explicado por qué, hemos repasado su historia y su evolución, así como su significado actual; todo esto nos lleva a hablar sobre su pertinencia: es una palabra fea, perfecta para describir una actitud fea. Emigró a nuestro idioma del original inglés, pero su impostura es evidente, a todas luces se trata de una palabra importada, que no es orgánica en nuestro idioma, que sólo pretende serlo. Desplazó a otras palabras que refieren lo mismo, como «pedante» y «estirado», porque su cariz de término aristocrático le da cierto prestigio. O sea, la palabra «esnob» es esnob. (Acusar a otros de esnobismo es esnob). Y en este metarrelato radica su importancia.

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