jueves, 24 de marzo de 2022

La transición a la primavera

Con el paso de las estaciones el paisaje se transforma: los árboles se secan o reverdecen, las calles se cubren de hojas secas o del polvo que arrastra el viento, el cielo se clarea, se hace de un azul intenso o se viste de nubes blancas o grises, cargadas de lluvia azul o del frío invernal.

En nuestra región del mundo —benditos los trópicos— hay flores todo el año; fruta a montones por la temporada. Árboles sempiternamente verdes.   Y aún así es posible percibir con claridad el curso de las estaciones, la sucesión perpetua de verano a otoño a invierno a primavera;

Justo ahora, somos testigos de cómo el hemisferio norte se transforma para el paisaje primaveral: las jacarandas hacen gala de sus tonos de morado (como los cerezos o las rosas); y la vestimenta femenina es siempre más colorida en marzo y abril. El cielo despejado, coronado por los rayos del sol, parece hacerse más profundo, de un azul más oscuro, de un azul que grita «hace calor».

No por nada este cambio es tan significativo en el norte del mundo que se hacen festivales y fogatas; la partida de su pobre sol invernal tiene que ser celebraba cuando la temperatura del ambiente comienza a subir:

Y es que nada anuncia la inminencia de la primavera como el cambio en la temperatura: el frío y las noches cortas del invierno se ven sustituidas de súbito por las mañanas bien iluminadas y las tardes templadas; por las cervezas frías después de sobremesa (que reemplazan las tardes tomando café y fumando); las noches durmiendo en calzones y con las ventanas abiertas. El sosiego del agua fría que resbala por dentro del cuerpo después de un día de trabajo. El sabor fresco de la sandía.

Mención aparte merece la raison d'être de la primavera: el reflorecer de las plantas, que despliegan sus pétalos como alas y hacen gala de sus colores: rojos, azules, morados, lilas, rojos, amarillos, naranjas. El polen que congestiona el aire —y las narices de los más débiles— y recrea los ojos. El canto de los pájaros, que en estos meses se hace más temprano. Los escarabajos y las abejas. Las copas de los árboles, tupidas y reverdecidas, se sacuden suavemente acariciadas por el viento. Los niños que juegan en las calles, con su ropa ligera y su joie de vivre, los viejos que estiran sus músculos y calientan sus huesos en el sol de las mañanas. El baile de las cortinas cuando el aire entra en las habitaciones acaloradas. La sombra de los árboles, siempre reconfortante, [siempre] revitalizadora, [siempre] llenando nuestros pulmones de nuevo y renovado oxígeno.

Puedo que nos guste o que detestemos el calor; pero hay muchas otras cosas que se pueden apreciar durante esta temporada, además de las que ya hemos referido: como el helado de nuez y el agua de sabor, las tardes echados en el pasto, viendo las nubes pasar.

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